martes, 29 de marzo de 2011

Claudio Lomnitz

Identidad [1]

Esencialistas y construccionistas

Por lo general, al hablar de identidad hablamos de dos situaciones diferentes: en la primera tenemos dos o más sujetos que parecen diferentes pero que son en realidad iguales; mientras que en la segunda dos sujetos que son distintos quedan igualados por medio de alguna operación mental. (…) Es decir que la identidad puede manar de una cualidad intrínseca de las cosas, o bien puede ser construida desde al razón, identificando dos cosas que en su naturaleza son distintas.
   Estas dos maneras de entender la identidad sobreviven hasta hoy en las ciencias sociales, y se presentan de manera encontrada: los esencialistas, que consideran que la identidad mana de una naturaleza idéntica compartida, y los construccionistas, que consideran que la identidad es construida artificialmente en la interacción social. Podemos encontrar tendencias esencialistas y construccionistas en los estudios de identidad de género, de la identidad étnica, de la identidad de raza, de la identidad de clase y de la identidad nacional, que son los temas principales de los estudios de identidad en las ciencias sociales.


[1] En Términos críticos de sociología de la cultura, Carlos Altamirano (Director), Paidos, 2002.

Juan José Hernández Arregui

Sobre el concepto «ser nacional» [1] (fragmentos)

En los últimos tiempos se oye hablar en la Argentina del “ser nacional”. Ahora bien, cuando un concepto es manejado por corrientes ideológicas contrapuestas, el mismo es una metáfora o uno de esos recursos abusivos del lenguaje, que más que una descripción rigurosa del objeto mentado, tiende a expresar un sentimiento confuso de la realidad.
   Es necesario, pues, analizar metodológicamente el concepto de “ser nacional” para establecer si contiene elementos concretos, si se ajusta a alguna realidad o es una ficción mental. La exigencia de un examen del concepto está determinada por el hecho de que términos genéricos como éste proponen, en forma deliberada o no, la creencia en una especie de ente metafísico más allá del individuo y la sociedad. Es preciso, entonces, desnudar al “ser nacional” de sus pretendidas connotaciones ontológicas, de su brumosidad irracional.

Leonor Arfuch

Problemáticas de la identidad [1] (fragmento)


















La concepción contemporánea de las identidades, a la luz del psicoanálisis, la lingüística y las teorías del discurso, se aleja de todo esencialismo -en tanto conjunto de atributos “dados”, preexistentes- para pensar más bien su cualidad relacional, contingente, su posicionalidad en una trama social de determinaciones e indeterminaciones, su desajuste -en exceso o en falta- respecto de cualquier intento totalizador. La identidad -en singular- será vista entonces como un “momento” identificatorio en un trayecto nunca concluido (…).
   En efecto, el aire de los tiempos trajo aparejada la necesidad de redefinición, al punto que es ya casi imposible, en el léxico académico, utilizar la vieja palabra sin aligerarla de su carga originaria: lo esencial, lo innato, lo idéntico a sí mismo, lo que determina, lo que permanece, etc. (…) La identidad sería entonces no un conjunto de cualidades predeterminadas -raza, color, sexo, clase, cultura, nacionalidad, etc.- sino una construcción nunca acabada, abierta a la temporalidad, la contingencia, una posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego de las diferencias. (…)
   La pregunta sobre cómo somos o de dónde venimos se sustituye, en esta perspectiva, por el cómo usamos los recursos del lenguaje, la historia y la cultura en el proceso de devenir más que de ser, cómo nos representamos, somos representados o podríamos representarnos. Ni hoy entonces identidad por fuera de la representación, es decir, de la narrativización -necesariamente ficcional-.


[1] En Identidades, sujetos y subjetividades, [2005] 2008.

José Carlos Chiaramonte

¿En qué consiste hoy el ser nacional de los argentinos?
 
Es frecuente encontrar, en los medios, opiniones o preguntas relativas a un sujeto colectivo, los argentinos, respecto del cual son incongruentes. Las preguntas suelen ser, por ejemplo, cómo comen los argentinos, qué leen los argentinos, cómo aman los argentinos. Dada esta forma de usarlo, hasta podría objetarse que es un sujeto inexistente. Porque respecto de temas como esos, en lugar de un solo conjunto de argentinos existen, afortunadamente, muchos y diversos. Pero ocurre, y es la raíz del problema, que una antigua tradición cultural ha llevado a suponer que los pueblos, esto es, el conglomerado de seres humanos pertenecientes a un Estado nacional, poseerían una homogeneidad cultural que sería la causa de la existencia de ese Estado y, asimismo, un rasgo necesitado de protección y estímulo.
   Este supuesto es un error. Las investigaciones históricas de los últimos tiempos han mostrado que la gran mayoría de las naciones modernas no se formaron a partir de una homogeneidad étnica, denominada nacionalidad, fuese ésta entendida en términos raciales o solamente culturales. Si bien algunos países pueden haberse aproximado a esa uniformidad en algún momento de su historia, en los casos más significativos de los estados nacionales contemporáneos se comprueba que en su origen han reunido a grupos humanos diversos, tal como ocurrió en Francia, Italia, España, Gran Bretaña y Alemania.
   El criterio de la identidad étnica es mucho más errado en Hispanoamérica,

García Canclini

Para qué sirven los ritos: identidad y discriminación [1] (fragmento)

Algunos autores mexicanos, entre ellos Carlos Monsiváis y Roger Bartra, han demostrado, a propósito de otros discursos -la literatura, el cine-, que ciertas representaciones de lo nacional se entienden más como construcción de un espectáculo que como correspondencia realista con las relaciones sociales. “Los mitos nacionales no son un reflejo de las condiciones en que vive la masa del pueblo”, sino el producto de operaciones de selección y la “trasposición” de hechos y rasgos elegidos según los proyectos de legitimación política.
   Para radicalizar esta desustancialización del concepto de patrimonio nacional hay que cuestionar esa hipótesis central del tradicionalismo según la cual la identidad cultural se apoya en un patrimonio, constituido a través de dos movimientos: la ocupación de un territorio y la formación de colecciones. Tener una identidad sería, ante todo, tener un país, una ciudad o un barrio

Carlos Mastronardi

Rasgos del carácter argentino [1] (fragmento)

Los argentinos se miran a si mismos. Abundantes libros tienden a esclarecer el carácter de nuestro hombre medio. En los últimos treinta años esa propensión analítica adquirió mucho vigor y casi no hubo ensayista que no arriesgaba una tesis acerca del espíritu nacional. No se trata de un empeño fortuito o carente de significado. Antes bien, revela que el país busca su forma, su estilo, su fundamento vivo y operante. (…)
   [Ciertos] ensayistas juzgan que nuestro hombre medio está signado por el fatalismo y la frustración. Martínez Estrada levanta una vasta estructura interpretativa para probar que el medio físico nos determinada: somos derivación y consecuencia pasiva de invencibles fuerzas telúricas. Nos hallamos frente ante un pesimismo trascendental de noble entonación poética. La naturaleza lo puede todo, en tanto que el proceso histórico es inoperante. El ombú maléfico y la pampa inhóspita se convierten en símbolos. La mitología cuenta aquí mucho más que la sociología. Oportuno es recordar, asimismo, la tesis de la Argentina invisible, que vendría a ser nuestra realidad más pura, si bien inmóvil como el río meditativo junto al cual se levanta Buenos Aires. Con lucidez y acierto, Sábato caracteriza nuestra tristeza, voceada por el Tango.
   Algunos escritores, entre los que se destaca Ismael Viñas, estiman que estos problemas son inseparables del contexto social-económico. Consideran insensato hablar de “esencias” nacionales, ya que toda comunidad es mudadiza, inestable. Toman el partido de la historia y renuncian al principio de identidad. Admitimos que nuestros atributos son cambiantes, pero creemos que no se transfiguran de modo instantáneo. En un momento dado es posible practicar un corte analítico. El mismo Viñas ya no es el hombre que era algunos años, pero continúa siendo Viñas. Felizmente.


[1] En El ensayo argentino. 1930-1970, CEAL.

Gustavo Santiago

Lenguaje e identidad en la era de consumo [1] (Fragmentos)

 No podemos pensar sin lenguaje. ¿Qué es el mundo más allá del lenguaje? No hay manera de saberlo, no hay manera de pensarlo. Si algo no significa nada para el hombre, si no puede conceptualizarlo, sencillamente no existe. De ahí que algunos filósofos herederos del estructuralismo y la hermenéutica hayan llegado a sostener que el mundo es el lenguaje. Porque sin lenguaje no hay, ni siquiera, nada.
   Dentro de ese mundo-lenguaje estamos, por supuesto, nosotros. Pensar en la propia identidad es hacer una pregunta: ¿quién soy? Y la única manera de responder esta pregunta es recurriendo al lenguaje. Es el lenguaje el que me va a permitir articular una unidad, la del narrador-personaje, con una pluralidad de sucesos, de actitudes que atribuyo al yo.
   ¿Quién soy? Soy aquello que puedo decir de mí.

Susana Rotker

Cautivas. Olvidos y memoria en la Argentina

















Ya esta en Tinta negra las fotocopias del libro de Rotker
(págs. 15 a 19; 37 a 41 y 115 a 120)

sábado, 19 de marzo de 2011

Cuadernillo





Ya está en Casa Porta , Hilario Lagos 138 (frente al casino del centro), el caudernillo con material teórico acerca de la literatura y de los textos disciplinares. El precio es de $6.

jueves, 17 de marzo de 2011

Lucila Pagliai

La literatura de la organización nacional: los argumentos de una nación 

Gran parte de la literatura de la organización nacional tuvo un carácter instrumental y político, y la mayoría de los escritores fueron encumbrados ideólogos y hombres públicos comprometidos con diversos procesos fundacionales y de transformación. En ese marco, la literatura de ideas en sus diversas formas -el ensayo, la polémica, el artículo periodístico, la epístola, el discurso y la arenga, el documento político, histórico, biográfico- alcanzó altos niveles de desarrollo desde la obra pionera de Echeverría, con Sarmiento y Alberdi como los grandes ensayistas de la organización nacional, hasta las de Mitre y Vicente Fidel López como los escritores de una historia nacional para la Argentina consolidada.
   Como es habitual en el discurso persuasivo -característico de la literatura de ideas-, se lanzan y discuten pensamientos y posiciones, se interpreta la historia, se tejen negociaciones; y también se argumenta para convencer, buscar adeptos, desarticular al adversario o aniquilar al enemigo.

El matadero (historieta)

Dibujos de Enrique Breccia


















http://www.slideshare.net/lucipighin/el-matadero-1737068

El Romanticismo (Ficha de Cátedra)

El romanticismo fue un fenómeno generalizado de renovación literaria. Rechazó las codificaciones artísticas anteriores que habían establecido fuertes limitaciones a la espontaneidad poética. Su período de auge se ubica entre fines del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, esto es, alrededor de la Revolución Francesa.
   Este movimiento puede ser comprendido por su contraste con la Ilustración: donde ésta colocaba como núcleo de comprensión de la realidad a la razón, el romanticismo privilegia fenómenos ajenos a la racionalidad iluminista. Cobran importancia, así, la exploración de los aspectos considerados irracionales de la conducta humana, como la imaginación o las emociones. El romántico privilegiará la emoción sobre la razón, los sentidos sobre el intelecto, lo cual produce un viraje hacia la propia subjetividad. Al mismo tiempo, destaca la exaltación del yo y lo individual[1]; tiene preferencia por lo excepcional y original frente a lo convencional; celebra a la naturaleza, concebida y representada en sus aspectos más sublimes (mares agitados, cielos tormentosos, inmensas llanuras, escenarios monumentales, etc.).

Álvaro Abós

Señores y señoras [1]

-Señores y señoras: tengan ustedes la completa seguridad de que quien les habla no es ningún improvisado en el tema de la presente conferencia. Muy por el contrario, pueden ustedes confiar en que, dentro de su humildad. Tachar. Pueden ustedes estar seguros de que, modestia aparte, quien les habla conoce el tema. Y ese conocimiento no proviene de puras especulaciones teóricas o de saberes adquiridos en otro lado que no sea la pura experiencia. La experiencia, señores y señoras, es la verdadera madre del saber. El saber es hijo del estudio. El vicio es el padre es del ocio. Tachar todo desde experiencia. La experiencia, señores y señoras, y el trabajo constante y la aplicación y la responsabilidad es lo único que fundamenta el éxito de nuestro trabajo. Porque el nuestro, debo apresurarme a afirmarlo y lo haré con todo el énfasis que ustedes han de permitirme, es un trabajo delicado, más aún, delicadísimo. Lo nuestro, señores, tiene mucho de cirujano. Y lo digo por la finura, por la delicadeza, por el toque justo, por el movimiento perfectamente coordinado. La importancia de la tarea bien hecha. No todos lo ven así. Eso debemos reconocerlo. Muchos, desgraciadamente, están tirando abajo nuestro prestigio. Y eso es lamentable. Porque, señores, debo decirlo de una buena vez. Existe más de uno, sí señores, sí lo digo y lo repito. Tachar. No debo exaltarme ni alza la voz.

Ricardo Piglia

Echeverría y el lugar de la ficción[1]

El origen. Se podría decir que la historia de la narrativa argentina empieza dos veces: en El matadero y en la primera página del Facundo. Doble origen, digamos, doble comienzo para una misma historia. De hecho los dos textos narran lo mismo y nuestra literatura se abre con una escena básica, una escena de violencia contada dos veces. La anécdota con la que Sarmiento empieza el Facundo y el relato de Echeverría son dos versiones (una triunfal, otra paranoica) de una confrontación que ha sido narrada de distinto modo a lo largo de nuestra literatura. Porque en ese enfrentamiento se anudan significaciones diferentes que se centran, por supuesto, en la fórmula central acuñada por Sarmiento de la lucha entre la civilización y la barbarie.

Borges

Poema conjetural
















El doctor Francisco Laprida, asesinado el día 22 de setiembre de 1829
por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir:

Zumban las balas en la tarde última.
Hay viento y hay cenizas en el viento,
se dispersan el día y la batalla
deforme, y la victoria es de los otros.
Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo, que estudié las leyes y los cánones,
yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos.
Como aquel capitán del Purgatorio
que, huyendo a pie y ensangrentando el llano,
fue cegado y tumbado por la muerte
donde un oscuro río pierde el nombre,
así habré de caer. Hoy es el término.
La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora. Oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas.
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano.
A esta ruinosa tarde me llevaba
el laberinto múltiple de pasos
que mis días tejieron desde un día
de la niñez. Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio.
En el espejo de esta noche alcanzo
mi insospechado rostro eterno. El círculo
se va a cerrar. Yo aguardo que así sea. 

Pisan mis pies la sombra de las lanzas
que me buscan. Las befas de mi muerte,
los jinetes, las crines, los caballos,
se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe,
ya el duro hierro que me raja el pecho,
el íntimo cuchillo en la garganta.


Para escuchar el poema en la voz del propio Borges:

http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=319&p=Jorge%20Luis%20Borges&t=Poema%20conjetural
 

José Mármol

Amalia

[Casa de Amalia]

(...) Toda la alcoba estaba tapizada con papel aterciopelado, de fondo blanco, matizado con estambres dorados, que representaban caprichos de luz entre nubes ligeramente azuladas. Las dos ventanas que daban al patio de la casa estaban cubiertas por dobles colgaduras, unas de batista hacia la parte interior, y otras de raso azul muy bajo, hacia los vidrios de la ventana, suspendidas sobre lazos de metal dorado, y atravesadas con cintas corredizas que las separaban, o las juntaban con rapidez. El piso estaba cubierto por un tapiz de Italia, cuyo tejido verde y blanco, era tan espeso que el pie parecía acolchonarse sobre algodones al pisar sobre él. Una cama francesa, de caoba labrada, de cuatro pies de ancho y dos de alto, se veía en la extremidad del aposento, en aquella parte que se comunicaba con el tocador, cubierta con una colcha de raso color jacinto, sobre cuya relumbrante seda caían los albos encajes de un riquísimo tapafundas de Cambray. Una pequeña corona de marfil, con sobrepuestos de nácar figurando hojas de jazmines, estaba suspendida del cielo raso por una delgadísima lanza de metal plateado, en línea perpendicular con la cama, y de la corona se desprendían las ondas de una colgadura de gasa de la India con bordaduras de hilo de plata, tan leve, tan vaporosa, que parecía una tenue neblina abrillantada por un rayo del sol.

Sarmiento


Civilización i Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga. I aspecto físico, costumbres, y ábitos de la república arjentina.


Advertencia del Autor

ON NE TUE POINT LES IDÉES
                                                                                      Fortoul

A los ombres se degüella; a las ideas no.


A fines del año 1840, salía yo de mi patria, desterrado por lástima, estropeado, lleno de cardenales, puntazos y golpes recibidos el día anterior en una de esas bacanales sangrientas de soldadesca y mazorqueros. Al pasar por los baños de Zonda, bajo las armas de la patria que en días más alegres había pintado en una sala, escribí con carbón estas palabras:

ON NE TUE POINT LES IDÉES

El Gobierno, a quien se comunicó el hecho, mandó una comisión encargada de descifrar  el jeroglífico, que se decía contener desahogos innobles, insultos y amenazas. Oída la traducción, “¡y bien! -dijeron-, ¿qué significa esto?...”.
   Significaba, simplemente, que venía a Chile, donde la libertad brillaba aún, y que me proponía hacer proyectar los rayos de las luces de su prensa hasta el otro lado de los Andes. Los que conocen mi conducta en Chile, saben si he cumplido aquella protesta.

Arturo Jauretche

De la madre que las parió a todas: ‘civilización y barbarie’[1]

Antes de ocuparme de la cría de las zonceras corresponde tratar de una que las ha generado a todas. Esta zoncera madre es Civilización y barbarie. Su padre fue Domingo Faustino Sarmiento, que la trae en las primeras páginas de Facundo, pero ya tenía vigencia antes del bautismo en que la reconoció como suya.
   La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quien abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América trasplantando el árbol y destruyendo lo indígena que podía ser obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa y no según América.
   La incomprensión de lo nuestro preexistente como hecho cultural o mejor dicho, el entenderlo como hecho anticultural, llevó al inevitable dilema: todo hecho propio, por serlo, era bárbaro, y todo hecho ajeno, importado, por serlo, era civilizado. Civilizar, pues, consistió en desnacionalizar.” (…)

Maristella Svampa


Civilización o Barbarie

La imagen “Civilización o Barbarie” constituye una metáfora más o menos recurrente del lenguaje político. Tanto la palabra “civilización” como “barbarie” han tenido diferentes significados. Maristella Svampa[1] señala que el término Civilización desde fines del siglo XVIII tiene, además de la idea de refinamiento de las costrumbres, dos sentidos:
1- diacrónico: el concepto indica el “movimiento” (proceso) por el cual la humanidad había salido de la barbarie original por la vía del perfeccionamiento colectivo e ininterrumpido. Se trata de una postura progresista, puesto que vincula la civilización con el Progreso.
2- sincrónico: define un “estado” de civilización, esto es, un hecho actual, que se podía observar en ciertas sociedades europeas. Se trata de una postura reaccionaria, ya que tiende a la defensa de la civilización establecida.

Asimismo, la noción de Civilización implica la existencia de una Barbarie original[2].

Hilario Ascasubi

“La refalosa” (1843)

Amenaza de un mazorquero y degollador de los sitiadores de Montevideo dirigida al gaucho Jacinto Cielo, gacetero y soldado de la Legión Argentina, defensora de aquella plaza.

Mirá, gaucho salvajón,
que no pierdo la esperanza,
y no es chanza,
de hacerte probar qué cosa
es Tin Tin y Refalosa.
Ahora te diré cómo es:
escuchá y no te asustés;
que para ustedes es canto
más triste que viernes santo.

Unitario que agarramos
lo estiramos;
o paradito nomás,
            por atrás,

Esteban Echeverría

El matadero


A pesar de que la mía es historia, no la empezaré por el arca de Noé y la genealogía de sus ascendientes como acostumbraban hacerlo los antiguos historiadores españoles de América, que deben ser nuestros prototipos. Tengo muchas razones para no seguir ese ejemplo, las que callo por no ser difuso. Diré solamente que los sucesos de mi narración, pasaban por los años de Cristo del 183... Estábamos, a más, en cuaresma, época en que escasea la carne en Buenos Aires, porque la Iglesia, adoptando el precepto de Epicteto, sustine, abstine (sufre, abstente), ordena vigilia y abstinencia a los estómagos de los fieles, a causa de que la carne es pecaminosa, y, como dice el proverbio, busca a la carne. Y como la Iglesia tiene ab initio y por delegación directa de Dios, el imperio inmaterial sobre las conciencias y estómagos, que en manera alguna pertenecen al individuo, nada más justo y racional que vede lo malo.

martes, 15 de marzo de 2011

José Hernández

La vuelta de Martín Fierro (cantos IV a IX)


IV
 
Antes de aclarar el día
Empieza el indio a aturdir
La pampa con su rugir,
Y en alguna madrugada,
Sin que sintiéramos nada,
Se largaban a invadir.

Primero entierran las prendas
En cuevas como peludos;
Y aquellos indios cerdudos,
Siempre llenos de recelos,
En los caballos en pelos
Se vienen medio desnudos.

Para pegar el malón
El mejor flete procuran;
Y como es su arma segura
Vienen con la lanza sola,
Y varios pares de bolas
Atados a la cintura.

Jose Pablo Feinmann - Filosofía aquí y ahora

El Iluminismo y la Revolución de Mayo
















http://www.filosofiaaquiyahora.com.ar/2010/09/tercera-temporada.html

Para complementar el artículo de Oscar Terán pueden ver este video de Feinman que se emite por Canal Encuentro. En la página del programa se pueden ver on line y también descargar cada capítulo.

jueves, 10 de marzo de 2011

Gabriel García Márquez

La soledad de América Latina (fragmento)
(Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982)

Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. El Dorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. (…)

miércoles, 9 de marzo de 2011

José Emilio Pacheco

Crónica de Indias

...porque como los hombres no somos todos muy buenos...
                                                              Bernal Díaz del Castillo

 

Después de mucho navegar
por el oscuro océano amenazante, encontramos
tierras bullentes en metales, ciudades
que la imaginación nunca ha descrito, riquezas,
hombres sin arcabuces ni caballos.
Con objeto de propagar la fe
y arrancarlos de su inhumana vida salvaje,
arrasamos los templos, dimos muerte
a cuanto natural se nos opuso.
Para evitarles tentaciones
confiscamos su oro.
Para hacerlos humildes
los marcamos a fuego y aherrojamos.

Dios bendiga esta empresa
hecha en Su Nombre.

Cristobal Colón

DIARIOS DE VIAJE (fragmentos)

Jueves, 11 de octubre
Navegó al Oestesudoeste. Tuvieron mucha mar, más que en todo el viaje habían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la carabela Pinta una caña y un palo, y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hierro, y un pedazo de caña y otra hierba que nace en tierra y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramojos. Con estas señales respiraron y se alegraron todos. Anduvieron este día, hasta puesto el sol, 27 leguas. Después de puesto el sol, navegó a su primer camino al oeste. Andarían doce millas cada hora, y hasta dos horas después de medianoche andarían 90 millas, que son 22 leguas y media. Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra [la] vio primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana, puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre; aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra, pero llamó a Pero Gutiérrez repostero de estrados del Rey y díjole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo, y la vio. Díjolo también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en la armada como veedor, el cual no vio nada porque no estaba en lugar adonde la pudiese ver.

Martín Prieto


















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Terán


















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Manuel de Lavardén

ODA
 
Al majestuoso río del Paraná, del doctor don Manuel de Lavardén, auditor de guerra del ejército reconquistador de Buenos Aires.

Augusto Paraná, sagrado río,
primogénito ilustre del Océano,
que en el carro de nácar refulgente,
tirado de caimanes, recamados
de verde y oro, vas de clima en clima,
de región en región, vertiendo franco
suave verdor y pródiga abundancia,
tan grato al portugués como al hispano:
si el aspecto sañudo de Mavorte,
si de Albión los insultos temerarios
asombrando tu cándido carácter,
retroceder te hicieron asustado
a la gruta distante, que decoran

Martín Prieto



BREVE HISTORIA DE LA LITERATURA ARGENTINA [1]

El poema “Al Paraná”, de Manuel José de Lavardén

El 1° de abril de 1801, el porteño Manuel José de Lavardén publicó su inmediatamente famoso poema “Al Paraná”, una oda de 98 versos endecasílabos asonantes dedicado al “primogénito ilustre del océano” que, por un lado, respondía tardíamente a las convenciones neoclásicas que habían dado su nota más alta en la literatura europea del siglo XVIII y despuntaba, por otro, la novedad absoluta del color local. Más por esto último que por lo anterior, Lavardén ocupa un lugar de privilegio en el origen de la historia de la literatura argentina (…).
   Esa ambivalencia, esa condición propia del neoclasicismo de la América española

Bartolomé Hidalgo

Diálogo patriótico interesante.  
Entre Jacinto Chano, capataz de una estancia en las islas del Tordillo y el gaucho de la Guardia del Monte.[1]

CONTRERAS
Con que, amigo, ¿diáonde diablos
sale? Meta el redomón,
desensille, votoalante...
¡Ah pingo que da calor!

CHANO
De las islas del Tordillo
salí en este mancarrón:
¡pero si es trabuco, Cristo!
¿Cómo está señó Ramón?

CONTRERAS
Lindamente a su servicio...
¿Y se vino del tirón?

Esteban de Luca


CANCIÓN PATRIÓTICA
(Esteban de Luca, 1810)

       CORO
Sudamericanos,
mirad ya lucir
de la dulce patria
la aurora feliz.

La América toda
se conmueve al fin,
y a sus caros hijos
convoca a la lid,
a la lid tremenda
que va a destruir
a cuantos tiranos
ósanla oprimir.

De la gloria el genio
ardor varonil
infunda en los pechos;
su fuerza sentid.
Si el déspota impío
atentare vil
vuestra libertad,
al punto acudid.

España fue presa

miércoles, 2 de marzo de 2011

Aproximaciones al concepto de literatura

 
Terry Eagleton (Una introducción a la teoría literaria, 1983):

“Si bien es cierto que muchas de las obras estudiadas como literatura en las instituciones académicas fueron ‘construidas’ para ser leídas como literatura, también es cierto que muchas no lo fueron (...) algunos textos nacen literarios, otros adquieren la condición de literatura, y a otros la condición les es impuesta. Sobre este aspecto, la producción de un texto es mucho más importante que su nacimiento. Lo que importa puede no ser el origen del texto, sino el modo por el cual las personas lo consideren. Si ellas deciden que se trata de literatura, pese a lo que su autor haya pensado (...) No existe una ‘esencia’ de la literatura.”

Grupo µ (Retórica general):

“(...) la literatura es un uso singular del lenguaje (...) es renunciar a la buena claridad de los signos que es fundamento del lenguaje [cotidiano], es correr la aventura del discurso opaco, opaco en la medida en que éste se muestra a sí mismo antes de mostrar el mundo. (...) El lenguaje del escritor no puede sino hacer ilusión, es decir producir él mismo su objeto (...) el arte (...) se sitúa por sí mismo más allá de la distinción entre lo verdadero y lo falso, que la cosa nombrada exista o no exista carece de importancia para el escritor.”

martes, 1 de marzo de 2011

Noemí Goldman


Los orígenes del federalismo rioplatense (1820-1831)

Con la caída del poder central en 1820 emergió una nueva realidad: el esfuerzo por afirmarse por parte de los Estados autónomos provinciales. (…) Los Estados autónomos surgidos a partir de 1820 no fueron producto de la disgregación de una nación preexistente sino el punto de partida para una organización político-estatal sobre la única unidad socio-política existente en el período: la ciudad-provincia. El conjunto de normas fiscales, legislativas y políticas que las provincias se otorgaron, luego del fracaso del intento de constituir un Estado rioplatense, testimonia los esfuerzos de las elites provinciales por consolidar, más allá de la voluntad de los caudillos, espacios soberanos, aunque sin perder la denominación de “provincias”. (…) Las “provincias” no surgieron así como partes integrantes de un Estado superior a ellas, sino como Estados independientes. De modo que la tendencia a confluir en lo que será el futuro Estado Nacional argentino convivió, durante la primera mitad del siglo XIX, con la tendencia a la autonomía de la provincia.

Nicolás Shumway

La invención de la Argentina (fragmentos)

Con un rígido control estatal por un lado y una fecunda cultura popular por otro, la conciencia nacional, o al menos regional, entre los criollos, se desarrolló en dos direcciones opuestas. Las clases dirigentes se forjaban con los modelos de éxito y refinamiento que venían de España, en época de la Colonia, y de Francia e Inglaterra después de la Revolución. Así, la elite hispanoamericana se mantuvo más al tanto de las últimas modas europeas que de la cultura popular que la singularizaba, con lo que quedó en buena medida ignorada la peculiaridad regional que podría haber formado la base de la identidad nacional.